5to año 2018

EL MUNDO DESDE LA II GUERRA MUNDIAL HASTA EL COMIENZO DE LA GUERRA FRÍA

La Segunda Guerra Mundial (1939 - 1945

El inicio del conflicto
Ante la expansión alemana sobre Austria y Checoslovaquia durante la déca­da de 1930, Francia y Gran Bretaña tomaron una actitud negociadora, con la expectativa de que realizando concesiones al Tercer Reich se mantendría la paz. Al mismo tiempo, consideraban que una Alemania fortalecida ayudaría a con­tener cualquier avance de la URSS sobre Europa oriental. Pero en agosto de 1939, la URSS y el Tercer Reich acordaron un pacto de no agresión, conocido como pacto Ribbentrop-Molotov (por el apellido de los ministros que lo fir­maron), al tiempo que Alemania formulaba reclamos territoriales a Polonia. El 1 de septiembre de 1939, las fuerzas armadas alemanas invadieron territorio polaco. Gran Bretaña y Francia reclamaron a Hitler el fin de esas operaciones y, ante su negativa, declararon la guerra.
La guerra se prolongó a lo largo de casi seis años y enfrentó a dos grandes bloques de potencias. Por un lado, las del Eje, integrado principalmente por Alemania, Italia y el Japón, y por el otro, las potencias aliadas, inicialmente Francia y Gran Bretaña, a las que en 1941 se sumarían la URSS, los Estados Unidos y la China, entre otras.
La guerra relámpago
En un mes, las fuerzas alemanas se apoderaron de la mayor parte de Polonia, cuyo territorio se repartieron el Tercer Reich y la URSS. Luego, las tropas alemanas se dirigieron al oeste europeo, donde en pocos meses se apoderaron de Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Francia. En junio de 1940, tras derrotar a los ejércitos franco-británicos, los alemanes obligaron a Francia a firmar un armisticio, por el cual la parte norte del país quedaba bajo ocupación militar ger­mana, mientras que en el sur se establecía un régimen colaboracionista, sometido a los dictados del Tercer Reich.
Estas victorias alemanas se produjeron mediante una nueva concepción militar conocida como blitzkrieg ("guerra relám­pago"). Consistía en el uso combinado de la aviación, la artillería y las unidades de tanques para realizar rápidos avances y así dividir y cercar a las fuerzas enemi­gas, que eran derrotadas al concentrar un gran poder de fuego en lugares estratégi­cos (cruces de rutas, puentes, ciertas ciu­dades, entre otros).

Etapas y frentes de la guerra
La Segunda Guerra Mundial tuvo varias etapas y se libró en varios frentes simultáneos. En una primera etapa, entre 1939 y 1941, el curso del conflic­to fue favorable a las fuerzas del Eje, que controlaron la mayor parte del terri­torio europeo y parte del norte del África. En el mar, si bien la armada britá­nica logró victorias, como el hundimiento del acorazado de bolsillo Graf Spee, debió hacer frente a la actividad de los submarinos alemanes, que hun­diendo centenares de buques de transporte dificultaron el abastecimiento de productos importados por los británicos.
En 1941, se inició una segunda etapa de la guerra. Alemania rompió el pacto Ribbentrop-Molotov e inició la invasión del territorio soviético. La URSS se sumó entonces a los aliados. A fines de ese año, el ataque aeronaval japonés a la base estadounidense de Pearl Harbor, en Hawai, abrió un nuevo frente en el Pacífico y llevó a que los Estados Unidos ingresasen al bando aliado.
La tercera etapa del conflicto se inició en 1943, con la victoria británica en la batalla de El Alamein, en el norte del África, la de los soviéticos en Stalingrado y el avance estadounidense en el Pacífico sobre las islas controladas por los japo­neses. A partir de ese momento, el curso de la guerra fue aceleradamente favo­rable a los aliados. Las invasiones de Sicilia e Italia (1943), el desembarco en Normandía (1944) -desembarco de las tropas aliadas en las costas de Normandía, en la Francia ocupada por los nazis- y el avance soviético sobre Alemania, lleva­ron finalmente a la derrota del Eje en Europa, con la toma de Berlín y la rendi­ción alemana (mayo de 1945). En Asia, los combates concluyeron luego de que los Estados Unidos lanzasen bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, obligando a la rendición del Japón en agosto de 1945.
De esta forma, la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin con la victoria aliada, dando origen a un nuevo escenario internacional donde la URSS y los Estados Unidos emergían como potencias hegemónicas rivales.
La guerra total
Un rasgo característico del conflicto fue que todos los países contendientes consideraron a esta guerra como una guerra total, en la cual estaba involucra­da toda la población y en la que se usaban todos los medios al alcance en busca de la victoria.
La guerra se libró en frentes terrestres, navales y aéreos, entre las fuerzas armadas de los bandos enfrentados, pero también comprometió los recursos económicos, tecnológicos y políticos de los involucrados.
La guerra submarina y los bombardeos aéreos sobre complejos industriales, puertos, redes de transporte y ciudades no solo buscaban destruir la capacidad militar del enemigo, sino también afectar la moral de la población y su dis­posición a proseguir la lucha. En este sentido, surgió la noción de "frente interno", es decir que, además de los frentes de combate entre tropas, la guerra incluye la acti­tud de la población civil. Cada Estado buscó, mediante la propaganda por todos los medios (publicaciones, radio, cine, carteles), mantener el apoyo de su población y su aceptación de las privaciones (como la caída de su nivel de vida) y los controles a que se veía sometida.
En los territorios invadidos por fuerzas extranjeras (como en gran parte de Europa, invadida por Alemania), este frente interno incluía tanto la represión de toda forma de resistencia como la búsqueda del apoyo de "colaboracionistas", es decir, de personas y grupos de la población vencida dispuestos a ponerse al servicio de los ocupantes.
El saldo de la guerra

El Holocausto
Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis pusieron en ejecución en todos los territorios que dominaron sus ideas racistas contra las poblaciones de ori­gen judío, eslavo, gitano y de otros grupos considerados "no arios", además de los opositores al nazismo y otros sectores de la población (entre otros, tes­tigos de Jehová, homosexuales y personas con discapacidades). Mientras que a la población eslava conquistada (polacos, rusos, ucranianos, etc.) se la intentó convertir en mano de obra esclavizada, el odio racista nazi puso en práctica un genocidio planificado y general contra judíos y gitanos.
Estos planes comenzaron con el traslado forzoso de la población y su encie­rro en guetos, barrios cercados en algunas ciudades de donde no se permitía salir a sus habitantes, que eran sometidos a todo tipo de restricciones y condi­ciones de hambre y miseria.
Quienes lograron sobrevivir a las extremadamente duras condiciones de los guetos, fueron luego trasladados a campos de concentración, donde la situa­ción era aún peor. En estos ámbitos, los prisioneros eran sometidos a traba­jos forzados y tratos extremadamente crueles, como el exterminio masivo en cámaras de gas, la tortura, las violaciones y el uso de seres humanos para la realización de experimentos aberrantes. Como consecuencia, murieron en los campos seis millones de judíos, cerca de un millón de gitanos y al menos otros tres millones de prisioneros (en su mayoría, de comunidades eslavas), en un genocidio recordado actualmente como el Holocausto (del griego "completamente quemado").
Estas acciones, que produjeron al menos la quinta parte de los muertos durante el período de la guerra, llevaron a que se adoptase un nuevo concepto en el derecho internacional: el de los crímenes de lesa humanidad, cometidos no contra las leyes de un Estado en particular, sino contra valores esenciales considerados de validez universal.

Las bombas atómicas
Durante la guerra, el invento más terrible fue el de las bombas atómicas, cuya acción devastadora superaba todo lo conocido hasta entonces. Los Estados Unidos, mediante un conjunto de científicos que incluía a exiliados de los regí­menes fascista y nazi, fueron los primeros en desarrollar este tipo de artefactos y los únicos en usarlos.
Dos bombas atómicas fueron arrojadas, en agosto de 1945, sobre las ciuda­des japonesas de Hiroshima y Nagasaki. La explosión de la primera equivalía a 13.000 toneladas de TNT, y la de la segunda, a 22.000 toneladas de ese explosi­vo. Pero además de la destrucción inmediata provocada por la energía liberada al estallar, estas bombas tienen efecto a más largo plazo, debido a la radiación, que provocó muertes, enfermedades (entre ellas, distintos tipos de cáncer) y malformaciones en niños nacidos mucho tiempo después de madres que habían estado expuestas a la contaminación radiactiva.

Consecuencias sociales y económicas de la guerra
Junto con las trágicas consecuencias humanas de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron lugar hacia el final del conflicto grandes transformaciones sociales y económicas que mantuvieron su vigencia durante las décadas siguientes.
Hacia 1945 las relaciones familiares empezaban a modificarse, debido a la gran cantidad de mujeres que se vieron obligadas a trabajar a cambio de un salario, mientras sus esposos se encontraban en el frente de batalla. Este proce­so, iniciado durante la Primera Guerra Mundial y profundizado hacia el final de la Segunda, se consolidó en el período posterior, dando como resultado un avance en la igualdad entre varones y mujeres.
En cuanto a los cambios económicos, en algunas regiones, durante el período 1939-1945, tuvo lugar la producción en gran escala de sofisticados dispositivos bélicos. Con el fin de garantizar la eficiencia de esta producción, algunos Estados mantuvieron una intervención activa, reorientando el gasto público hacia rubros militares. Como resultado de estos y otros cambios, particularmente en el caso de los Estados Unidos, se superó la Gran Depresión y, en las décadas que siguie­ron al fin de la guerra, tuvo lugar un prolongado crecimiento económico.
Hacia un nuevo orden económico y diplomático
El crecimiento económico que siguió al fin de la guerra tuvo lugar, en buena medida, como consecuencia de los acuerdos establecidos hacia el final del con­flicto, cuando se buscó sentar las bases para una paz duradera. Teniendo en cuenta los efectos que habían tenido las sanciones económicas impuestas a los vencidos tras la Primera Guerra Mundial, en esta ocasión finalmente las restric­ciones impuestas a Alemania y Japón se limitaron al campo militar.
Por otra parte, para evitar una nueva crisis económica de la magnitud de la Gran Depresión, siguiendo los lineamientos de Keynes, se generalizaron las ideas favorables a la intervención estatal con el fin de garantizar el pleno empleo y la seguridad social.
Simultáneamente, se buscó regular el mercado mundial a partir de acuerdos destinados a evitar nuevos desequilibrios que pudieran tener efectos en cade­na sobre extensos territorios. Con este fin, tuvo lugar en 1944 la Conferencia Internacional de Bretton Woods, en los Estados Unidos, donde representantes de cuarenta y cuatro países se reunieron con el objetivo de reactivar los inter­cambios comerciales, deteriorados durante la década del treinta. En este marco, se estableció la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), origen del actual Banco Mundial. Estas instituciones, junto con otras que se crearon poco después, die­ron origen a un nuevo orden económico internacional, que reemplazó al que se había derrumbado en 1930. Al mismo tiempo, el dólar se estableció como principal medio de intercambio entre países, reflejando la influencia estado­unidense en el mundo capitalista de posguerra.
En los campos diplomático y militar, durante el curso de la guerra las prin­cipales potencias de cada bando volvieron habitual la práctica de que sus jefes de Estado o representantes designados por éstos se reuniesen periódicamente en conferencias internacionales, para acordar políticas y estrategias comunes. En el caso de los aliados, estas conferencias se completaron con la creación de órganos permanentes (como un Alto Mando militar conjunto, entre otros) para coordinar las acciones de los distintos gobiernos. Estas prácticas llevaron al final de la guerra a plantear la creación de nuevos organizaciones internacionales, como la de las Naciones Unidas, que originalmente estaban pensadas para reunir a los países que habían integrado el bando aliado, pero que pronto sumaron a otros Estados.

LA GUERRA FRÍA

Durante cuatro décadas, los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron en un proceso histórico complejo, caracterizado por una tensión permanente ante la posibilidad de una guerra, denominado Guerra Fría. Según la hipótesis de que era factible una guerra, a lo largo de ese período, ambas superpotencias protagonizaron una carrera armamentista que incluyó la experimentación con armas nucleares de destrucción masiva. Nunca se enfrentaron de manera directa, pero, para conservar o expandir sus respectivas áreas de influencia, participaron en conflictos localizados en terceros países.
Los acuerdos entre los aliados
En las etapas finales de la Segunda Guerra Mundial, los jefes de Estado de los paí­ses aliados más importantes iniciaron negociaciones para establecer un nuevo equilibrio de poder internacional. En febrero de 1945, Winston Churchill (Gran Bretaña), Franklin Roosevelt (Estados Unidos) y José Stalin (URSS) se reunieron en la Conferencia de Yalta, a orillas del Mar Negro. Los principales acuerdos que establecieron fueron la creación de un organismo internacional que sustituyera a la Sociedad de las Naciones, (ONU) y el reparto del territorio alemán en cuatro zonas de ocupación: británica, estadounidense, francesa y soviética.
En julio de 1945, tras la capitulación del Tercer Reich, los líderes de los paí­ses vencedores se reunieron en la Conferencia de Potsdam, en suelo alemán. Los tres aliados ratificaron la división de Alemania, que incluyó el reparto en zonas de su capital, Berlín, ciudad que estaba rodeada por el área domi­nada por los soviéticos. Además, aprobaron la creación de un tribunal inter­nacional para juzgar a los criminales de gue­rra nazis, fijaron las indemnizaciones que debían pagar los vencidos y acordaron enviar un ultimátum al gobierno del Japón, que continuaba luchando en el frente oriental.

La Doctrina Truman
Tras la Segunda Guerra Mundial, la situación económica y social en muchos países europeos era muy grave. Asimismo, las fuerzas comunistas que habían participado en la resistencia tenían un importante peso político en naciones como Francia e Italia, mientras que la Unión Soviética promocionaba los éxi­tos de su propio modelo de crecimiento basado en la planificación estatal. En ese contexto, el gobierno estadounidense temió la "expansión comunista" en Europa occidental.
El 12 de marzo de 1947, el presidente Harry Truman pronunció un discur­so frente al Congreso de los Estados Unidos en el que expresó la necesidad de ayudar a aquellos países europeos que estuvieran amenazados por el avance del comunismo. En particular, Truman solicitó asistencia económica para Grecia, donde la guerrilla comunista contaba con respaldo popular, y para Turquía, presionada por la Unión Soviética para que otorgara concesiones para el paso de sus buques entre los mares Negro y Mediterráneo. A partir de entonces, se denominó Doctrina Truman a la concepción que ubicó a los Estados Unidos como "garante mundial de la libertad y de la democracia", identificadas con el sistema capitalista por el bloque occidental.
El Programa de Reconstrucción Europea
Truman encargó a su secretario de Estado, el general George Marshall, la ela­boración de un plan de ayuda que oficialmente recibió el nombre de Programa de Reconstrucción Europea. Más conocido corno Plan Marshall, este progra­ma otorgó préstamos a bajo interés para la industria, asistencia técnica y dis­tribución gratuita de productos por el lapso de cuatro años. Su objetivo políti­co era detener el avance del comunismo y el principal propósito económico consistía en reconstruir los mercados europeos para la ubicación de las expor­taciones estadounidenses.
En principio, el Plan Marshall estaba dirigido a todos los países europeos, pero la URSS presionó para impedir que los gobiernos de Europa oriental se adhirieran. La ayuda estadounidense se focalizó en dieciséis países, quedando excluidos España y Finlandia por la colaboración que habían prestado al nazis­mo durante la guerra.
Los efectos de la ayuda económica estadounidense fueron determinantes para la recuperación económica de Europa. Al concluir el plan, el producto bruto interno (PBI) promedio de Europa occidental había crecido el 32% y la producción industrial y agrícola superaba los niveles previos al conflicto béli­co. Al mismo tiempo, el plan contribuyó al proceso de integración económica europea. En 1957, se fundó la Comunidad Económica Europea (CEE), cuyo principal objetivo fue la construcción de un mercado único en Europa. A fines del siglo XX, este proceso de integración culminó con la creación de la Unión Europea y el establecimiento del euro como moneda común.
La reacción soviética
La Unión Soviética consideró que la Doctrina Truman y el Plan Marshall eran maniobras imperialistas estadounidenses que vulneraban la soberanía de los países europeos. En septiembre de 1947, los soviéticos anunciaron la crea­ción de la Oficina de Información de los Partidos Comunistas y Obreros o Kominform, organismo para coordinar las políticas de los partidos comunistas de todo el mundo.
El promotor de la creación de la Kominform fue el dirigente soviético Andréi Jdánov (o Zhdánov, como también se transcribe en el alfabeto latino), quien fundamentó las bases de la política exterior de posguerra de la Unión Soviética. Según la Doctrina Jdánov, después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo se dividió en dos regiones: una belicista e imperialista (liderada por los Estados Unidos) y otra democrática y pacifista (respaldada por la Unión Soviética). Jdánov afirmaba que la Unión Soviética tenía el deber de "liberar a los pueblos oprimidos de Occidente", por lo cual los partidos comunistas del mundo debían mantenerse unidos y los países defender su independencia fren­te al intervencionismo de los Estados Unidos. En 1949, como alternativa al Plan Marshall, los países comunistas crearon el Consejo de Asistencia Económica Mutua (Comecon), cuya principal meta fue fortalecer la cooperación económi­ca entre los países miembros. Este organismo se mantuvo en funcionamiento hasta la desintegración de la Unión Soviética, en 1991.

La situación de Alemania

En 1948, Gran Bretaña, los Estados Unidos y Francia unificaron sus zonas de ocupación en Alemania y establecieron una moneda única, el marco alemán. En represalia, la URSS estableció un bloqueo de todos los accesos terrestres a Berlín occidental. El objetivo soviético era provocar la escasez de víveres y sumi­nistros básicos en esa parte de la ciudad para forzar la integración de Berlín bajo la administración comunista. Los países occidentales reaccionaron y organizaron un puente aéreo para abastecer al sector aislado de la ciudad. El 12 de mayo de 1949, los soviéticos levantaron el bloqueo asumiendo la inutilidad de la medida.
Estos incidentes determinaron la división de Alemania en dos Estados inde­pendientes: la República Federal Alemana (RFA), bajo la protección de las potencias occidentales, y la República Democrática Alemana (RDA), respaldada por el gobierno comunista soviético. Esta situación se mantendría hasta 1990.
El mundo bipolar
El estado de tensión permanente entre los antiguos aliados desembocó en la divi­sión del mundo en dos grandes bloques antagónicos: el occidental o capitalista, liderado por los Estados Unidos, y el oriental, socialista o comunista, encabeza­do por la Unión Soviética. El mundo vivió entonces en un estado de tensión per­manente entre estos dos bloques, que recibió el nombre de "Guerra Fría". Ambos bloques de países actuaban según la hipótesis de que la guerra era posible o inevi­table y, por ese motivo, formaron ejércitos poderosos y desarrollaron armamentos cada vez más destructivos. Las superpotencias nunca se enfrentaron en el plano militar de forma directa por el temor latente de una destrucción nuclear mutua. En cambio, midieron su poderío de forma indirecta en conflictos localizados o regionales que se desarrollaron en Asia, el África y, más tarde, en América latina.
Este sistema bipolar, llamado así por la existencia de dos "polos", represen­tados por las superpotencias, sobrevivió hasta la caída del muro de Berlín, en 1989, y la disolución definitiva de la Unión Soviética, en 1991.
La disuasión y la confrontación

Durante la Guerra Fría, los dos bloques compitieron en una carrera armamen­tista cuyo objetivo fue desarrollar artefactos de destrucción masiva. La princi­pal finalidad de esos poderosos arsenales era servir como forma de disuasión del bloque enemigo. Es decir, la intención no era atacar directamente al rival, sino desarrollar mayor poderío militar que el otro para imponer, con mayor facilidad, condicionamientos en su política internacional.
Esta amenaza de un poderoso enemigo externo, por otra parte, fue apro­vechada por ambas superpotencias para involucrarse en conflictos militares localizados en diferentes regiones del mundo, a través del envío de armas, tro­pas y ayuda a uno u otro bando. De esta forma, la disputa entre ambos bloques fue parte de casi todos los conflictos durante el período de la Guerra Fría, pre­sentándose como una confrontación global. Además, esta división se planteó como una confrontación ideológica, entre los defensores del capitalismo y los del socialismo, lo que llevaba a que los disidentes con el régimen imperante en un país fuesen vistos como "enemigos internos" y "agentes" del bloque rival.
La amenaza nuclear
La gran amenaza de la carrera armamentista consistía en que la capacidad bélica acumulada podía provocar la destrucción de la humanidad en todo el plane­ta. Este peligro se agudizó con el desarrollo y proliferación de armas nucleares.
En 1952, los Estados Unidos probaron la primera bomba de hidrógeno en el atolón Enewetak de las islas Marshall. La explosión fue 750 veces más poderosa que la ocurrida en Hiroshima y provocó la destrucción total de la flora y la fauna del lugar. Un año más tarde, la Unión Soviética detonó su pro­pio artefacto en un sitio de pruebas especialmente diseñado en Kazajstán, en la estepa asiática central.
Otras potencias también desarrollaron arsenales nucleares: Gran Bretaña (desde 1952), Francia (1960) y la China (1964), a las que luego se sumarian la India (1974), Pakistán (1988), Israel (desde la década de 1970) y Corea del Norte (2006).
Los bloques militares
La confrontación entre bloques se expresó en la creación de alianzas milita­res, por las cuales los países miembros se comprometían a darse ayuda mutua contra el bloque rival y coordinaban sus fuerzas armadas para actuar de mane­ra conjunta. El 4 de abril de 1949, el bloque occidental creó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). En un principio, este organismo reunió a los Estados Unidos, Bélgica, Gran Bretaña, el Canadá, Dinamarca, Francia, Islandia, Italia, Luxemburgo, los Países Bajos, Noruega y Portugal. Más tarde, adhirieron Grecia, Turquía y la República Federal Alemana. La OTAN reforzó el predominio de los Estados Unidos porque la máxima autori­dad militar de la alianza fue siempre un general estadounidense
El 14 de mayo de 1955, el bloque comunista firmó el Pacto de Varsovia en la capital polaca. Los países adherentes fueron la Unión Soviética, Albania, Bulgaria, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Rumania y la República Democrática Alemana.
Cada una de estas alianzas se organizaba mediante estados mayores formados por altos jefes militares de los países inte­grantes. La función de estos organismos era diseñar estrategias comunes, que incluían decisiones tales como el equipamiento de las fuerzas y su distribución en bases dentro de los países del bloque.
La Revolución China

Además de la situación alemana de posguerra, se produjeron en Asia otros gra­ves conflictos entre ambos bloques. En la China, las fuerzas nacionalistas del mariscal Chiang Kai-shek y las comunistas de Mao Zedong  habían luchado aliadas contra la ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. Pero, a partir de 1945, ambos bandos se enfrentaron en una guerra civil, con el apoyo de los Estados Unidos y la URSS, respectivamente.
En octubre de 1949, las fuerzas de Mao ocuparon la capital, Beijing, y con­trolaron el territorio continental chino, mientras que Chiang establecía su régi­men en la isla de Taiwán. Estos dos Estados reclamaron para sí la representatividad de todo el país a lo largo del período. Hasta 1971, la República de China ("nacionalista"), apoyada por el bloque occidental, mantuvo su puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU, pero ese año su lugar fue ocupado por la República Popular China ("comunista").
En la China continental, Mao estableció un régimen de partido único, simi­lar al soviético, que inició una serie de transformaciones de tipo socialista (reforma agraria, nacionalización de la industria, el comercio y las finanzas, planificación centralizada de la economía). Para modernizar la sociedad y la economía, destruida tras años de ocupación extranjera y guerras, firmó trata­dos de cooperación con la URSS. Pero desde fines de la década de 1950, ante los pobres resultados obtenidos con esos acuerdos, el gobierno chino tomó distan­cia de los soviéticos e impulsó un ambicioso plan de industrialización indepen­diente, conocido como el "gran salto adelante". Este proceso llevó a la rup­tura entre la China y la URSS, que, si bien continuaron confrontando con el bloque capitalista, mantuvieron entre sí relaciones muy tensas a lo largo de las décadas siguientes.
La Guerra de Corea
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el Japón perdió todas sus colonias, entre ellas, Corea. Los aliados acordaron dividir el territorio coreano en dos zonas en torno al paralelo 38. El norte quedó sometido a la órbita soviética y el sur permaneció bajo la influencia estadounidense. En 1950, el ejército norcoreano invadió Corea del Sur, alentado por el triunfo de Mao en la China.
Entre 1950 y 1953 se desarrolló la Guerra de Corea, en la cual los Estados Unidos y la Unión Soviética se enfrentaron de manera indirecta. Las tropas estadounidenses y las fuerzas de la ONU apoyaron militarmente a Corea del Sur, mientras que la URSS y la China asistieron a Corea del Norte. Este enfrentamiento fue el primero de una serie de conflictos localizados que disputaron los dos bloques antagónicos durante el período de la Guerra Fría.

07/03/18

1- ¿A qué se refiere Churchill cuando afirma que sobre el continente cayó una "cortina de hierro"?
2- Explicar que pretende Churchill al decir a los estadounidenses que los rusos nada admiran más que la fuerza y nada respetan menos que la debilidad.
3- Explicar a qué se refiere Stalin al decir que:
a- Churchill considera superiores a las naciones de habla inglesa.
b- Los occidentales serán aplastados como lo fueron hace 27 años.

Discurso de Churchill en Fulton, Estados Unidos

Desde Stettin, en el Báltico, a Trieste, en el Adriático, ha caído en el continente una “cortina de hierro”. Tras ella se encuentran todas las capitales de los antiguos Estados de Europa central y oriental (…), todas estas famosas ciudades y sus poblaciones y los países en torno a ellas se encuentran en lo que debo llamar la esfera soviética, y todos están sometidos, de una manera u otra, no sólo a la influencia soviética, sino a una altísima y, en muchos casos, creciente medida de control por parte de Moscú (…). Por cuanto he visto de nuestros amigos rusos durante la guerra, estoy convencido de que nada admiran más que la fuerza y nada respetan menos que la debilidad (…). 
Es preciso que los pueblos de lengua inglesa se unan con urgencia para impedir a los rusos toda tentativa de codicia o aventura.

Winston Churchill, 5 de marzo de 1946.

Respuesta de Stalin a Churchill

(…) Mr. Churchill está tomando ahora el camino de los belicistas, y en éste Mr. Churchill no está solo. Él tiene amigos no sólo en Gran Bretaña, sino también en Estados Unidos. Una puntualización debe ser hecha con respecto a Mr. Churchill y sus amigos, pues tiene un impresionante parecido a Hitler y sus amigos (…). Mr. Churchill parece haber desencadenado una guerra con su teoría sobre la raza, afirmando que sólo las naciones de habla inglesa son naciones superiores y que ellas están llamadas a decidir los destinos del mundo entero (…).
Las siguientes circunstancias no pueden ser olvidadas. Los alemanes invadieron la URSS a través de Finlandia, Polonia, Rumania, Bulgaria y Hungría. Los alemanes pudieron efectuar la invasión a través de tales países porque éstos tenían gobiernos hostiles a la Unión Soviética (…), que perdió más vidas que Gran Bretaña y Estados Unidos juntos.
Posiblemente en algunos lugares existe una inclinación en el sentido de olvidar estos colosales sacrificios del pueblo soviético, con el fin de asegurar la liberación de Europa del yugo hitleriano. Pero la Unión Soviética no puede olvidarlo. Y es sorprendente que se critique el hecho de que la Unión Soviética, ansiosa por un futuro seguro, esté intentando que existan en estos países gobiernos leales a las actitudes de la Unión Soviética. ¿Cómo puede cualquiera, que no ha tenido en cuenta esos sentimientos, describir estas aspiraciones pacíficas de la Unión Soviética como tendencias expansionistas en esta parte de nuestro Estado?
No sé por calumnia, descortesía y falta de tacto, si él y sus amigos van a lograr organizar una nueva campaña armada contra Europa oriental tras la Segunda Guerra Mundial; pero si lo logran —cosa poco agradable porque millones de personas velan por la paz—, podemos afirmar con entera confianza que serán aplastados como lo fueron hace 27 años.

I. Stalin, 13 de marzo de 1946.

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